
By Cristina Juarez Galiano 4/11/2013
“Un buen terapeuta tiene que dominar la técnica de las fricciones musculares”. Hipócrates de Cos (460-380 a.C.).
La semana anterior hicimos un pequeño resumen del masaje en el Antiguo Egipto y esta semana, y siguiendo el hilo de la Historia nos pararemos en la Antigua Grecia puesto que ya en la Ilíada Ulises solicitaba que le aplicaran masajes después de las batallas en las puertas de la ciudad de Troya.
La preocupación por la belleza, la estética y el bienestar era una de las preocupaciones más conocidas en el Mundo Antiguo. En las termas y palestras los hombres se ejercitaban para poder lucir cuerpos esculturales y mantenerse en forma. No podemos olvidar que ellos empezaron la práctica de los Juegos Olímpicos. Es en este tipo de acontecimientos deportivos donde los “aliptes” tenían gran protagonismo ya que ellos eran hábiles masajistas que preparaban el cuerpo de los atletas aplicando fricciones y amasamientos con ungüentos antes y después de las competiciones.
Hipócrates de Cos (460-380 a.C.) padre de la medicina, realizó un trabajo científico sobre el masaje. En él se proponía una técnica especial de vaciado venoso y que él denominaba como “anatripsis”. Consideraba que los profesionales de la medicina debían conocer las técnicas de masaje para poder aplicarlas a sus pacientes para lograr una mejor curación de sus dolencias. El propio Hipócrates decía: “La manera de alcanzar una buena salud es un baño aromatizado y un masaje oleoso cada día”. Creo que todos estaríamos de acuerdo con esta afirmación.

Pero el masaje no estaba acotado a los atletas sino que era un placer del que gozaban todas las clases sociales en mayor o menos medida. Cuando hombres y mujeres acudían a las termas y después de recibir baños, se aplicaban diferentes aceites aromáticos mediante masajes. Así pues, cada parte del cuerpo se masajeaba con un aceite esencial diferente: los brazos se frotaban con menta, la mejorana se utilizaba para el cuidado del cabello, las rodillas se masajeaban con tomillo y para las piernas usaban el aceite esencial de orégano. Así mismo la lavanda y su aceite esencial era muy apreciado para realizar baños relajantes.
En los jardines de las casas griegas no faltaban las plantas aromáticas propias de la cuenca mediterránea como el romero, el tomillo, la lavanda, la menta, la albahaca,… con los que se confeccionaban los aceites aromatizados para la realización de los masajes.
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